Epifanía

Empezaron las rebajas postnavideñas.
Y con ellas, un pronóstico apocalíptico de nieve, más nieve, crisis económicas y toda una avalancha de catástrofes universales:

a)La comprobación empírica de que comí y bebí demasiado estas fiestas.
b)La luz cenital favorece poco sutilmente la sombra del bigote.
c)El arco de mis cejas sigue creciendo con una agresividad latina lejana al glamour de Salma Hayek o Penélope Cruz.
d)Sí, el invierno hace estragos, también, de este lado del Atlantico.

A pesar de todo, soy optimista (una pesimista mal informada, dicen) y sigo bailando Like a Prayer como la primera vez, en un cambiador diminuto, sumergida en la emoción indescriptible de probarme un pantalón (talla 40 ya!!!), después de regatear su precio en un catalán, que como buen virus del espacio exterior contagia (sí, los catalanes son parcos, introvertidos, pero con un no sé qué de salvaje atracción antropológica) y relativiza cualquier parametro estético, para regodearme con los kilitos que se acumulan junto a los ensayos inconclusos del master, la ropa sucia, latas de cerveza, decepciones sentimentales, bolsas de papitas, citas de filósofos desconocidos, envoltorios de chocolates y otros cadáveres de los excesos invernales.
Sin embargo, chicas, todo contribuye con la causa, y renaceré, como sea, de este cementerio de basura, que cual humus de cenizas orgánicas me expulsará de la cueva, para volver a las pistas AND I´LL TAKE YOU THEEEEEERE!!!!