La educación sentimental de una seducida y abandonada en Barcelona

15/4/09

Blood in blood out




Freud tenía razón. La fisiología determina.
Por más que renieguen las feministas, postfeministas, queer y otros baluartes de la avantgarde académica, el dolor de ovarios es (para una generación que evidentemente no “parirá con dolor” y, con suerte, adoptará por la cincuentena algún huérfano del Tercer Mundo) la cruz que nos legó el Pecado Original de Eva.

Una cruz de plástico bañado en oro, que algunas privilegiadas olvidan despreocupadamente colgada del espejo retrovisor del auto y las comunes mortales sobrellevamos con inyecciones de Ibuprofeno.

Sin embargo, ese notable aumento de la actividad hormonal tiene una gran ventaja. Es ese momento del mes donde todas las licencias se habilitan: comer hasta hartarse, pelearse con la familia, el novio o los amigos, faltar al trabajo y, hasta renunciar a hacer cosas que nos gustan.

Primera enmienda.

No está mal tener una excusa fisiológica para faltar al trabajo, pelearte con Freud, Dios y María Santísima o la licencia de llorar a mares, en plena calle, por la injusticia universal de ver a un perrito cojo cruzando lastimeramente por la Gran Vía.

Está mal disimular ante el mundo ese dolor que te acalambra por dentro. Esas cuchilladas de frío que te embotan los sentidos y que hay que sacar hacia afuera, como un exorcismo mensual, donde canalizamos la injusticia de nuestra condena a desangrarnos cíclicamente.
Y todo por una manzana.

Segunda enmienda.

Está muy mal excusarse con el dolor de ovarios para dejar de hacer lo que más nos gusta.
Por eso, creo que disfruto de la conciencia de seguir escribiendo, punzadas mediante, y agradezco a todo el santoral que todo este sufrimiento me lo merezca sólo por una manzana. (No puedo dejar de imaginarme lo terrible qué sería, si en vez de una ingenua manzana, hubiera sido un melón o una sandía).

Además, no debería sorprenderme que mi calvario coincidiera cronológicamente con el de Cristo. Debería agradecer que mi “visita” mensual coincidiera con Semana Santa, en vez de sorprenderme para el día de Sant Jordi. Celebración de la que viven las librerías de Barcelona y, si no entendí mal, recuerda una vieja leyenda medieval.

Una princesa estaba agrediendo, desde su balcón, a un dragón a golpe de libros. Entonces, aparece un caballero, Sant Jordi. Este mata con sus flechas a la princesa y se casa con el dragón, fundando así, toda una tradición de modernismo, tolerancia sexual y librepensamiento.

Por eso, en esta celebración se acostumbra que las yayas de l´Exaimple le pongan el adorno de una rosa roja a sus mascotas, en homenaje a la flor que el caballero obsequió al dragón. Y, además, se queman libros en la vía pública, en repudio a las armas que usara la princesa contra el dragón.

Algunas versiones revisionistas señalan que la historia oficial deja de lado la ausencia de antinflamatorios en la época, lo cual justificaría la salvaje conducta de la princesa, así como, califican a la tradición de la rosa roja de reaccionaria a los derechos de los animales.

"La sangre derramada no será negociada", es la consigna emblemática del revisionismo y frase que repite como un mantra, mi vecina, indignada ante las manchas rojas que acaba de encontrar en la puerta de su casa.

La verdad es que todavía no me he topado con ninguna perrita en celo por las calles de Gracia.

¿Que harán esos dueños que levantan los soretitos con ejemplar conciencia civica, ante la indecorosa situación de eliminar los chorritos de sangre de las veredas de Barcelona?

¿Venderán tampones y/o compresas para perritas en celo?

¿Proveerán las farmacias de antiinflamatorios caninos?

Si estos existen ¿Serán más fuertes que los destinados a los humanos?

Y, por último, la perra que condenó a las perritas ¿¿se habrá comido una manzana, también??

1 comentario:

Ramon dijo...

Vas a alucinar con la Rambla Catalunya hoy, en serio, no has visto nada igual. El libro que te regalaría es "El fin de mr. Y" de Scarlett Thomas. Está en la librería donde laburas, aunque no entiendo por qué lo han puesto en el rincón friki... una putada para un libro brillante y maravilloso! y si vuelves a casa sin rosa será porque quieres. Un saludo!