La educación sentimental de una seducida y abandonada en Barcelona

27/4/09

El amor es una mujer gorda




Creo que la primera vez que tuve un amante fue a los 24 años.

Resulta extraño intentar encontrar una definición acorde a esa mezcla de vértigo y complicidad que toda relación entre amantes implica. Y, es más extraño aún, descubrir que un amante, según la ascéptica definición del diccionario de la RAE es "alquien con quién se mantienen relaciones sexuales con periodicidad, sin estar casado". Creo que en esa época sólo mantenía relaciones sexuales periódicamente con mi novio. Y, sin embargo, tenía un amante.

Conocí a G. en la librería donde trabajaba hace cuatro años.
Él tenía diecinueve. Y nuestra diferencia de edad fue fundamental para firmar nuestro contrato de mutua dependencia sentimental.
Recuerdo la primera vez que lo atendí y me consultó por un libro de Aira. Me llamó la atención ese adolescente lampiño, con campera de jugador de beisbol, pidiendo una novela de “el César” de la literatura argentina.

Luego vendrían los coqueteos, las largas charlas y hasta las peleas.

Era extraño tener un amante. Durante mis dos primeros años de relación con P. todo fue perfecto. Y no tuve necesidad de buscar nada fuera de ese microcosmos que era “nuestra relación”. Era una situación extraña y demoré mucho tiempo en adquirir conciencia de que tenía un amante. Y , era más extraño aún, tener las peleas conyugales (las que no tenía con mi novio), con un amante con quién no mantenía relaciones sexuales.

Recuerdo que a G. le encantaba encontrar analogías de “nuestra relación”.
A veces decía que yo era Annie Hall, aunque nunca me gustó el look impostadamente intelectual de Diane Keaton, con sus pantalones fajados arriba de la cintura. Pero me daba gracia pensar que en algún momento, la pantalla se partía en dos (como en la película) y cada uno daba rienda suelta a las especulaciones en torno a lo que el otro pensaba de uno mismo.
Otras veces, le gustaba jactarse de que teníamos un contrato literalmente sado-masoquista y estábamos improvisando un continuo juego de roles, que intercambiabamos todo el tiempo. Casi siempre, él era el nene tierno que se dejaba someter a la amplia experiencia de una dominatrix, controladora, racional y unos años mayor. Otras, yo era una working girl, aburrida de la rutina de un largo noviazgo a la distancia, que se dejaba seducir intelectualmente por una joven promesa en ciernes.

Sin embargo, nos peleábamos bastante.
Ahora creo que encontraba cierto placer en esas prolongadas exhibiciones que hacía G. de su capacidad oratoria para justificar su inexperiencia sexual. Inexperiencia que compensaba con las horas y horas de biblioteca donde sublimó los años de educación católica en colegio de varones. Me encantaba que G. fuera un chico de barrio que leía Heidegger desde los quince y estudiaba Derecho para cumplir con el castrador mandato familiar.
No teníamos tanta diferencia de edad, pero la experiencia de casi conyugalidad, madurez emocional y compañerismo en la que se basaba mi relación con P. hacía imposible que me expusiera a las inclemencias de una relación con un chico que recién se asomaba a la liberación sexual de la vida universitaria.

Creo que estuve perdidamente enamorada de G.

Pero nunca dejó de ser mi amante. Y recién ahora descubro el porqué.
Según la definición de la RAE, el concepto "amante" designaría:
1.adj. y com. Persona que ama.
2.com. Persona que tiene relaciones sexuales periódicas con otra sin estar casados.
3.m. pl. Hombre y mujer que se aman.

Sin embargo, no creo que ninguna definición de éstas sea la acertada.
Un amante no es la persona a la que se ama, ni tampoco con la que se mantienen relaciones extraconyugales o sexuales con periodicidad.

Un amante es la persona CON quién que se ama.
Y creo que G. era mi amante, porque amábamos las mismas cosas, con la misma pasión con la que nos metíamos en discusiones interminables, para defender esas cosas que tanto amábamos.

Sin embargo, el amor era otra cosa.
El amor era una mujer gorda, era esa patria italiana, espontánea y generosa a la que nunca, lamentablemente, llegamos a arribar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=-P7cvT4yvE0

http://www.youtube.com/watch?v=UA4Rvi6K-Nc

el mismo idiota? dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=wa-PtGBJCyg

http://www.youtube.com/watch?v=dvICXrS3o4g

A.- dijo...

che, muy bueno. muy bueno.
esa patria...
me encantó.